Pero que deja grandes problemas aún sin resolver. La opinión de Dardo Chiesa
El cambio de gobierno en este 2016 significó un giro de 180 grados para los argentinos y para el sector agropecuario en particular, en la búsqueda de reposicionarnos en el mundo como el país productor de alimentos que somos y recuperar espacios perdidos. En muchos aspectos hemos vuelto a la “normalidad” de las cosas, evidentemente la quita de las retenciones a las exportaciones y la eliminación de los ROES nos abrieron las puertas que como país y como sector agropecuario necesitábamos para alinearnos con el mundo.
Estamos atravesando un camino largo y de transición que recorremos luego de muchas pérdidas y discusiones que no tuvimos estos últimos años. Es fundamental en la instancia que nos encontramos recuperar la visión de país que nunca debimos dejar de lado y pensarnos en una convivencia social en la cual disentir no signifique entrar en disputas irrecuperables.
Que los productores agropecuarios vuelvan a ser considerados una parte trascendental de la economía argentina fue un gran avance que nos da una visión de negocio distinta de cara al futuro. Pero claramente las medidas macroeconómicas no alcanzan en un país donde cada región, cada producción agropecuaria y cada productor tienen realidades distintas que deben ser atendidas según sus particularidades. En este sentido, sin dudas, en la parte en rojo que nos deja la gestión de gobierno queda sobre la mesa haber comenzado este año con dos grandes problemas que finalizado el 2016 siguen sin resolverse: la crisis lechera, por un lado, y una nueva ley de semillas que traiga paz.
Si bien la impaciencia nos gana ante la pasividad de algunos funcionarios que no han podido resolver estos problemas de extrema gravedad, en semillas hay consensos compartidos entre todos los eslabones de la cadena granaria. Uno de estos es que el funcionamiento del Instituto Nacional de Semillas (INASE) hoy forma parte del problema y no de la solución, al no posicionarse a la altura de la situación que nos atraviesa. Es imposible encontrar soluciones y pensar en un nuevo marco legal que dé seguridad a los productores y a las empresas semilleras si no existe la confianza en el organismo de control.
En lechería es grave que hasta hoy ni siquiera nos hayamos podido sentar de manera oficial en una misma mesa a todos los actores, desde los tamberos hasta el supermercadismo, a negociar posiciones para que la cadena láctea deje de ser desigual. La situación de los productores es desesperante y el cierre constante de tambos es una muestra de que es imposible continuar con estos números que llevan al quebranto económico. Se ha perdido mucho tiempo y eso nos preocupa porque el resultado para muchos de nuestros productores no ha sido bueno como conclusión del año que se va.Estamos con muchas expectativas en lo que vendrá. Y asistiremos al crecimiento económico con mayor inversión, como siempre lo ha hecho el productor, sabiendo que se viene un año con dificultades y que es necesario el acompañamiento no solamente del agropecuario sino de todos los sectores.
Por último, les transmito los mejores deseos de parte de toda la dirigencia de Confederaciones Rurales Argentinas para este 2017 que está por comenzar, y que todos pasemos una felices fiestas rodeados de nuestros seres queridos.
Autor: Dardo Chiesa