En las últimas campañas agrícolas, en el sudeste bonaerense el establecimiento Santa María, propiedad de La Gloriosa, había alcanzado rendimientos de entre 6000 y 8000 kilos por hectárea de trigo, pero en el ciclo 2019/2020 la producción superó los 10.000 kilos en promedio. El gran salto productivo, según remarcan, vino de la mano de la genética, la rotación, la fertilización y el buen aporte del clima.
En el partido de General Alvarado, la firma sembró el Baguette 802 de Nidera Semillas en 125 de las 2200 hectáreas destinadas al trigo en la campaña.
«El gran salto productivo se lo atribuimos al manejo del campo, a las rotaciones, a la variedad elegida y, por supuesto, a la ayuda del clima», dijo Juan Pablo Chevallier, gerente de producción de la firma. Al esquema girasol-trébol-trigo le sumaron la elección de la variedad de calidad 2 con requerimientos de frío y alto potencial de rinde en esa zona. En tanto, el clima hizo un gran aporte, según el productor: «La primavera fue de fría a templada, con lluvias que cayeron en el momento ideal. Eso hizo que la implantación, que se concretó el 29 de mayo del 2019 fuera impecable», precisó.
Según explicó, el trébol cumple como antecesor una función similar a la de los llamados «cultivos de servicio» y logra una fijación de nitrógeno que hace que, al inicio, el contenido sea mucho más alto que la media. Con ese aporte de base, se fertilizó con 100 kilogramos de monoamónico a la siembra y siguieron con un plan de fertilización nitrogenada que constó de 170 kilos en una primera etapa (en estado fenológico Zadocks 22) y unos 250 kilogramos en la segunda (en Zadocks 32). Con el fin de la campaña, cada año, hacen los análisis que permiten optimizar la estrategia de fertilización, donde se aspira -generalmente- a rendimientos de 8000 kilos por hectárea.