Uso de efluentes porcinos para mejorar la reposición de nutrientes en el suelo

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La producción porcina avanza cada vez más hacia los sistemas intensivos, lo que genera una gran concentración de residuos pecuarios (heces y orina) en menor superficie. En la provincia de Córdoba fue aprobada la Resolución 29/17 que reglamenta el uso agronómico de efluentes, líquidos y sólidos, y brinda pautas para realizar su correcto aprovechamiento.

En este contexto legal y en línea con la necesidad de reutilizar los subproductos pecuarios para una mayor sustentabilidad de los sistemas productivos, un equipo de especialistas del INTA, junto con Cappcor (Cámara de Productores Porcinos de Córdoba) y el Grupo Río Seco evaluaron los efectos de la aplicación de efluentes de distintos criaderos de porcinos en cultivos de maíz.

Transformados en insumos estratégicos, pueden ser considerados una solución a la reposición de nutrientes elementales del suelo. Nicolás Sosa, especialista en manejo de efluentes del INTA Manfredi, mencionó que “es posible considerar que una fertilización basada exclusivamente en aportes de efluentes porcinos podría reducir o sustituir parte de la fertilización inorgánica”.

En un trabajo publicado por INTA Informa se informó que además los sistemas de producción integrados contribuyen a preservar el medio ambiente y a conservar la fertilidad de los suelos a la vez que generan una mejora económica en el resultado de los establecimientos debido a los mayores rendimientos y balances positivos de nutrientes.

El nitrógeno es un elemento esencial para las plantas por su rol en los sistemas biológicos. Una de las ventajas que tienen los efluentes porcinos utilizados como abono es la elevada proporción de este nutriente en forma amoniacal que presentan, lo que permite una rápida disponibilidad del mismo para los cultivos.

Los ensayos se realizaron en tres establecimientos agropecuarios del centro y norte de la provincia de Córdoba: La Constancia (Villa de María de Río Seco), El Cebil (San José de la Dormida) y Dos Ríos (Despeñaderos). En los tres casos se utilizaron efluentes tratados con sistemas de aplicación que incluyeron máquina estercolera (El Cebil), cañón regador (La Constancia) y pivot central (Dos Ríos).

El correcto tratamiento y análisis de los subproductos es clave para cumplir con la legislación vigente que habilita su uso agronómico. En este sentido Diego Mathier, investigador del INTA Manfredi, resaltó que “existe una importante variabilidad en la composición nutricional de los efluentes porcinos entre establecimientos, por eso es muy importante una caracterización del subproducto a utilizar para calcular la dosis de aplicación”.

En los ensayos se analizaron las composiciones químicas de los efluentes, se tomaron muestras de suelo previo a su aplicación y, posterior a la cosecha de los cultivos, se midió el índice de clorofila en hojas, el rendimiento y la calidad de los granos obtenidos.

De acuerdo a los resultados, en las parcelas con aplicación de efluentes porcinos se lograron los mayores rendimientos, estos fueron distintos para cada establecimiento debido a las técnicas implementadas.

En La Constancia se obtuvo un rendimiento de 6860 kilos por hectárea (con una dosis de 300.000 litros de efluente/ha), 16 % más en comparación con el tratamiento sin aplicación de efluente. En El Cebil el rendimiento fue de 9118 kilos por hectárea (con una dosis de 60.000 litros de efluente/ha), 8 % más respecto del tratamiento testigo y en Dos Ríos, en donde se evaluaron distintas dosis en dos círculos de pivot distintos, los rendimientos alcanzados fueron de 9257 kilos por hectárea (con una dosis de 125.000 litros por hectárea de efluente) y 9443 kilos por hectárea con una dosis de 625.000 litros por hectárea, un 12 y 4 % de incremento de rendimiento respectivamente frente a las parcelas sin fertilización.

Marcos Bragachini, investigador del INTA Manfredi, señaló que “la aplicación de los efluentes generó un doble beneficio para las explotaciones; se incrementaron los rendimientos y se produjo un mejor balance de nitrógeno y fósforo en el suelo”. Los investigadores concluyeron que los diferentes tratamientos afectaron positivamente al índice de clorofila, contribuyeron con el aporte de nutrientes y no se observaron degradación de los parámetros químicos del suelo. (fuente Noticias AgroPecuarias)