Queda menos para las elecciones y el anticipo de algunos candidatos de eliminar el cepo al dólar y avanzar en la unificación del mercado cambiario ha hecho que el sector privado se anticipe a lo que podría venir. Billetes verdes, paquetes turísticos, autos, soja e insumos, parte del amarrocamiento
Pocas elecciones, desde que el kirchnerismo está en el centro del poder, han generado tantas expectativas como la de octubre.
Los directivos de empresas lógicamente tienen un ojo puesto en las dificultades para hacer negocios, que vienen de largo arrastre, tales como la suba de costos, la caída de la rentabilidad, la alta presión impositiva, el deterioro de la competitividad cambiaria y el fuerte intervencionismo del Estado.
Pero también tienen la vista puesta en el escenario post octubre. Para empezar, hay cierto consenso respecto de que la nueva figura política que tome las riendas del Ejecutivo tendrá un perfil más “market friendly”, lo que derivaría en la llegada de más inversiones y en una mejora en el clima de negocios.
De hecho, hasta el mismo precandidato del FpV, Daniel Scioli, es visto por los analistas como más amigable con el sector financiero.
Sin embargo, uno de los factores que más preocupa en el ámbito empresario es el camino que decida tomar el futuro Gobierno frente a un aspecto crucial como lo es el tipo de cambio.
Mauricio Macri o Sergio Massa, por ejemplo, ya han dejado en claro sus intensiones de avanzar con un levantamiento del “cepo”.
Dado que una decisión de esta índole se traduciría en una pérdida acelerada de las reservas, de no mediar previamente un ajuste al alza en el valor del dólar, se ha construído cierto nivel de consenso entre analistas respecto de una futura unificación del mercado cambiario.
Así es como la expectativa está puesta en la velocidad y la intensidad con la cual se lleve a cabo esa tarea.
Sin embargo, independientemente de la “hoja de ruta” que tome el futuro Gobierno, el análisis que trazan consultoras privadas y bancos deja al descubierto que en el mercado esperan un sinceramiento del tipo de cambio.
Según la publicación Focus Economics –que recoge las proyecciones de una treintena de entidades- el valor promedio para el dólar hacia fines de diciembre se acercará a los $10,7, lo que implicará una devaluación del 21% en pocos meses.
Así es como este clima de “pax cambiaria” que se ha encargado de fortalecer Alejandro Vanoli –de la mano de los “dólares chinos”, las colocaciones de bonos y la emisión de YPF- está lejos de ser vista como perdurable en el tiempo.
«En cada rama de actividad, las empresas no son ajenas al cambio de contexto que se avecina. Y por eso es que muchas están buscando la forma de cubrirse”, afirmó Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior.
En la memoria de los directivos cala hondo el recuerdo que dejó la fallida devaluación de enero de 2014. “Fallida” porque se la implementó –en parte- para intentar dotar a la economía de una mayor competitividad pero, al cabo de ocho meses, ya se había perdido toda esa ventaja cambiaria.
Esto se debió a que la brusca depreciación terminó fogoneando la inflación y aquellas materias primas –atadas directa o indirectamente al valor del dólar- terminaron sufriendo un salto de precios, lo que afectó aun más la golpeada rentabilidad de las empresas.
Esto sucedió con insumos sensibles como chapas, pinturas o plásticos, así como también con materiales para la construcción, máquinas y repuestos.
Con este antecedente y con las proyecciones cambiarias para los próximos meses sobre la mesa, más empresas apuestan por hacerse de un «canuto» de insumos, de modo de preservar el capital, especialmente en momentos en que no pueden adquirir dólares por la vía legal.
El campo, “termómetro” de las expectativas
Así como en la industria vitivinícola los bodegueros plantan flores al inicio de una fila de viñedos para anticipar la llegada de una plaga –dado que son las flores las primeras en sucumbir-, en la economía son los productores rurales los que marcan el pulso de los cambios de expectativas.
La retención de granos, tan resistida por el Gobierno, está a la orden del día. Y obedece a un combo que combina tres factores: fuerte caída del precio internacional (superior al 30% en apenas un año), atraso cambiario y perspectivas de una futura corrección.
Esto empujó a más ruralistas a “encanutar” la cosecha, a la espera de una mejor ecuación financiera.
Prueba de ello es que el volumen de soja vendida por los productores a las grandes exportadoras equivale apenas a cerca del 20% de la producción total.
Años anteriores, como en 2008, a esta misma altura ya se había comercializado casi el 40% de toda la cosecha.
Según el analista de la Bolsa de Comercio de Rosario, Julio Calzada, «muchos productores están esperando modificaciones en el valor del dólar. Por eso hay sectores que buscan retener la mercadería hasta finales de año a la espera de poder ver con mayor claridad la nueva política cambiaria».
Y esta decisión de apostar por lo que la propia Cristina Kirchner definió como la estrategia del “canuto”, es compartida –con particularidades y con ciertas dificultades- por otros sectores de la economía.
Para Ponce, dado que “todas las empresas industriales utilizan al menos un insumo importado para completar sus procesos productivos, se hace vital tomar algún tipo de recaudo”.
Ante la previsión de una eventual unificación del mercado del dólar, así como los productores retienen granos hay varios sectores industriales en los que ya se observan movimientos “preventivos”.
La clave es tratar de hacerse de un «cochón» de insumos o materias primas que, en general, tienen valores atados a la evolución del tipo de cambio.
Una de las ramas de actividad donde se observa este comportamiento es en el de línea blanca, especialmente en momentos en que hay empresas que -luego de un duro 2014- están experimentando un aumento de la demanda de la mano de la iniciativa oficial Ahora 12.
Desde la cámara que nuclea a los principales fabricantes, uno de sus voceros recordó que “en 2014, tras la devaluación, los precios de algunas materias primas se dispararon 30% o 40% en pesos. El objetivo, para muchos fabricantes es evitar que se repita esa situación”.
“Durante años se dijo que el inventario era capital inmovilizado, pero hoy es la mejor forma que tiene un industrial para cubrirse, más aun teniendo en cuenta que el precio del billete verde oficial permanecerá en el freezer hasta las elecciones”, añadió el directivo, que pidió estricto off the record.
Este freezer, sumado a un posible ajuste post electoral, hace que los empresarios vean como un muy buen negocio «encanutar» hoy a dólar barato para luego revender a un tipo de cambio más caro.
Entre los fabricantes de heladeras, lavarropas o equipos de aire acondicionado, lo que manda es tratar de adelantar la compra de insumos o componentes clave.
Muchos de ellos, como las plaquetas electrónicas o los motores son 100% importados, de modo que su disponibilidad es compleja y depende del “cerrojo” oficial.
Por lo tanto, “de lo que más se está haciendo inventario es de materiales que se producen en el país pero con valores atados al dólar, como pinturas, chapas o plásticos”.
En el caso de productos de baja tecnología, como las cocinas a gas, los mismos pueden representar el 35% del costo total de producción.
En lo que respecta a equipos de más valor agregado –como un lavarropas-, estos materiales pueden equivaler al 20%.
Según explicó el directivo a iProfesional, “los proveedores facturan estos insumos en pesos pero hacen el cálculo en función del tipo de cambio del día. Si dan una o dos semanas de plazo para concretar la compra, entonces el precio queda abierto hasta que se cancele”.
Esto deja en claro cómo, pese al canuto, cualquier corrección que sufra el dólar terminará ajustando hacia arriba el valor de las materias primas.
Los particulares también «encanutan»
Así como los productores rurales retienen su cosecha y los industriales tratan de hacerse de stock, cada vez más argentinos buscan resguardo en uno de los refugios que mejor conocen: el billete verde.
Recientemente, la ex presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, volvió a encender la mecha de la polémica al asegurar que “el ahorro en dólares es un factor desestabilizador”.
Sus declaraciones tienen lugar en momentos en que la venta de divisas se acelera y viene de marcar sucesivos récords mensuales.
Desde que se flexibilizara parcialmente el cepo, a fines de enero de 2014, el Gobierno debió resignar u$s5.200 millones. De ese total, cerca de u$s2.000 millones (40%) corresponden sólo a los primeros cuatro meses de 2015.
Para analistas, entre los factores que fogonean la demanda de billetes verdes tallan con fuerza las expectativas, especialmente luego de las declaraciones de los precandidatos sobre el levantamiento del cepo y el creciente riesgo de que sobrevenga una devaluación.
En momentos en que la brecha entre el oficial y el blue tocaba el 100%, el “furor” entre particulares era hacer la bicicleta, es decir, comprar divisas en el mercado legal para luego revenderlas en el informal y hacerse de una diferencia.
Sin embargo, tras la disminución del «gap», los analistas observan que la demanda a través de la ventanilla de la AFIP sigue en constante crecimiento porque lo que está primando actualmente es la percepción de que la calma puede no ser duradera tras el cambio de Gobierno, lo que induce a la compulsión por «encanutar» más billetes verdes, aun cuando el arbitraje con el blue no sea tan atractivo como antes.
Es decir, el crecimiento de la demanda no está atado únicamente a un negocio financiero de corto plazo sino que cada vez influye más la posibilidad de cobertura ante un eventual escenario de devaluación brusca.
Adelantar compras, otro comportamiento defensivo
La reacción de los particulares, ante una posible alteración en el plano cambiario, no sólo está atada a una estrategia de «resguardo» del capital.
En muchos casos, la actitud especulativa consiste en tratar de adelantar consumos y aprovechar la coyuntura, anticipándose así al riesgo de que un salto del dólar luego dificulte el acceso a un bien o servicio.
Esto explica la tendencia por la cual más argentinos ahora optan por hacer turismo internacional y se reedita un «revival» en la adquisición de paquetes.
El año electoral le dificulta al Gobierno avanzar en una corrección del billete verde. Esto es visto por los particulares como una suerte de «seguro de cambio» hasta las elecciones. Así, muchos aprovechan para concretar hoy lo que no saben si podrán pagar mañana.
Desde la Asociación de Viajes, off the record, admitieron que para muchos argentinos la posibilidad de contratar hoy y cancelar en pesos -en un escenario de atraso cambiario-, funciona como un aliciente y empuja a los particulares a cerrar operaciones.
Claro que la compra de paquetes y pasajes revela apenas una de las caras de este fenómeno. El adelantamiento de consumo va más allá y alcanza también a los 0Km.
Tras la devaluación de enero de 2014, los precios de los autos más vendidos se dispararon más de un 50%, con algunos modelos que llegaron a encarecerse hasta un 70%.
Esto se debe a que cerca de la mitad de los autos comercializados son importados -mayoritariamente de Brasil y México-, en tanto que los que son de producción nacional se fabrican con un promedio de 70% de autopartes traídas del exterior. Es decir que la industria está completamente atada a la evolución del billete verde.
Ahora, con un tipo de cambio estable, las subas de precios de los 0Km tendieron a moderarse. Si a esto se suman las mejoras en las remuneraciones, entonces el escenario actual marca una recuperación del poder de compra.
Desde la consultora Abeceb reconocen que, ante la mala experiencia que dejó la devaluación previa, «hay más argentinos interesados en adelantar operaciones» de modo de evitar otro posible salto en las cotizaciones tras los comicios.
Los créditos a tasas muy bajas -incluso por debajo de la inflación que están ofreciendo terminales y concesionarias para pagos en cuotas y en pesos- contribuyen a este cambio de tendencia.
La avidez por anticipar consumos hace que, según el analista Gonzalo Dalmasso, «los autos de marcas generalistas que llegan del exterior se vendan muy bien. De hecho, hay modelos en los que la demanda supera por mucho a la oferta”.
El problema es que esta mayor ansiedad por parte de los argentinos por hacerse de un 0Km choca contra los problemas que atraviesa la industria automotriz, que está regida por un sistema de cupos que limita la entrega de dólares, lo que agravó el faltante de stock.
«En el país tenemos un problema de oferta y no de demanda», señala un ejecutivo de una firma japonesa, que agrega que «si hubiese más vehículos disponibles el piso de patentamientos podría mejorar».
Por el momento, la forma en que los concesionarios de algunas marcas encontraron para hacer valer el poco stock que hay es no respetando los precios “sugeridos” por las terminales, tal como viene sucediendo con algunas agencias, que cobran hasta un 15% más por las unidades con entrega inmediata.
Como se observa, luego de la amarga experiencia que dejó la devaluación de 2014, en distintas ramas de actividad están buscando la forma de preservar su capital y así es como, con diferentes matices y estrategias, el «efecto canuto» se va imponiendo en la agenda empresaria y de los particulares de cara a las elecciones.