Zinc y boro, una dupla goleadora para triunfar con el maíz

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A medida que comienzan a llegar lluvias, la siembra de maíz toma mayor fuerza y también las estrategias de los productores para garantizar una nutrición balanceada que permita pensar en buenos rendimientos.

Actualmente, en Argentina se estima que el cereal tiene potencial para rendir hasta 20 toneladas por hectárea, pero los valores que se logran a campo son entre 12 y 8 toneladas menores, dependiendo la zona: esta brecha, entre otras cosas, ocurre por falencias en la fertilización.

Según el Ing. Agr. Santiago Abrahin Durisch, Técnico Regional de Stoller Argentina, lograr altos rendimientos con el cereal depende fundamentalmente del aporte de nitrógeno, pero también del aporte estratégico que hacen otros nutrientes.

Entre ellos, zinc y boro son microelementos que cumplen roles esenciales:

ZINC. Como presenta baja movilidad en el suelo, se aprovecha vía radicular por difusión: se absorbe como catión (Zn+2) o en condiciones de PH alto, también como catión monovalente (ZNOH+). “Es uno de los nutrientes que mayor variabilidad espacial presenta, y también está muy ligado a la variabilidad temporal. De allí que está demostrado que hay una potencialidad muy grande de respuesta variable al zinc en la fertilización por ambientes”, menciona Abrahin.

La deficiencia temprana de este elemento suele estar asociada a primaveras frías, suelos arenosos con baja capacidad de intercambio catiónico o dosis elevadas de fósforo en la línea de siembra, que tiene un efecto antagónico al mismo. En la planta se manifiesta como un bandeado longitudinal clorótico, que cuando llega a ser una carencia más grave provoca reducción del crecimiento.

“Los beneficios que genera en el maíz son varios: favorece la eficiencia de uso de nitrógeno y un mayor crecimiento de las plantas en el estado temprano del cultivo, que trae como resultado un aumento de cobertura e intercepción de radiación, para poder así capturar más recursos en el periodo crítico del mismo”, añade el representante de Stoller.

En concreto, en suelos con menos de una parte por millón de zinc, deberíamos estar aplicando con fertilizantes más de 1.5 kg de Zinc para maximizar el rendimiento, ya sea tanto por vía de la semilla, foliar o en el suelo.

BORO. Desempeña un papel fundamental en el desarrollo normal del tejido reproductivo (desarrollo, de anteras, crecimiento del tubo polínico, germinación de polen), mejorando así el proceso de fecundación del cultivo. También ejerce funciones tales como la traslocación de fotoasimilados hacia el destino (espiga), participa en la síntesis de proteínas, y bloquea la enzima Acido Indol Acético Oxidasa, evitando así la degradación de las auxinas.

“Su baja movilidad hace que los síntomas de deficiencia se presenten en puntos de activo crecimiento, manifestándose como clorosis y oscurecimiento de las hojas jóvenes, muerte de los puntos de crecimiento, lesiones en el desarrollo de los ápices de crecimiento, lesiones en tallos y raíces y multiplicación en la división celular”, explica Abrahin.


La propuesta de Stoller

Bajo este panorama, Abrahin menciona dos productos de nutrición de cultivos que aportan estos micronutrientes y son capaces de elevar los rendimientos, acercando a los maíces a su máximo potencial.

En primer término, el estimulante Nutrimins Semillas, con una dosis de 500 centímetros cúbicos por cada 25 kilos de semillas (o por bolsa de maíz).

“Los ensayos realizados nos permitieron comprobar un aumento de hasta 14% en comparación con un testigo, mejorando en todos los sitios la uniformidad en la emergencia del cultivo (mayormente en las fechas de siembra temprana, que por lo general suele presentarse una cierta desuniformidad temporal), gracias a un mayor desarrollo radicular para la captación de agua y nutrientes del suelo”, destaca Abrahin.

La otra recomendación es Starter Plus, un fertilizante líquido de aplicación foliar. “Se realizaron aplicaciones en estadio V4-V5 y los incrementos de rendimientos fueron hasta un 6%, gracias al aporte de zinc y boro, pero también de cobre y manganeso”, completa Abrahin.

Vale mencionar que, en ambos casos, se trata de productos de formulación quelatada, lo que hace más eficiente su aplicación.

“Las formulaciones de Stoller vienen con la tecnología de quelatos, que son compuestos orgánicos que protegen al/los elementos en cuestión evitando su hidrolisis y precipitación. De esta manera, se maximiza la absorción y estabilidad de los nutrientes, liberando los microelementos gradualmente y evitando que se produzcan concentraciones tóxicas de los mismos”, concluye.